[:es]Nueve jugadores #emartsoccer alcanzaron la final de los play-offs de ascenso a la Liga SmartBank, la Segunda División de siempre. El sorteo emparejó entre sí a los cuatro equipos en los que militaban y, por tanto, hemos conocido las dos caras de cualquier final: victoria o derrota, ergo, ascenso a la elite o permanencia en la que será primera edición de la 1RFEF (Primera División RFEF).
Quienes han conseguido el ascenso, Beñat Leiza e Iñigo Orozko por parte de la Sociedad Deportiva Amorebieta y Ekaitz Jiménez e Iñaki Recio en las filas de la Real Sociedad B, coinciden en que el objetivo de la temporada no era ascender a categoría LFP, pero la imprevisibilidad es parte de lo bonito que tienen este deporte. Sí valoraban la opción del ascenso a la nueva categoría, pero el escalón hasta la división de plata solo se vislumbró al llegar a la fase final.
Entre los afortunados, si tienen que señalar alguna peculiaridad del trayecto, Beñat Leiza se queda con que “durante toda la temporada hemos hecho frente a equipos potentes como el Bilbao Athletic, el Real Unión, el Real Racing Club, el Sanse y al final nos tocó contra el máximo favorito, el CD Badajoz, y en su casa, ante 10.000 espectadores, la mayoría hinchas del equipo rival y con el hándicap del empate que les valía… y conseguimos hacer frente a todas las adversidades y ascender. Es tremendo”. Orozko, por su parte, incide en que “somos una cuadrilla. Todos colaboramos con todos sin mirar quién está al lado. Se ha creado una familia y lo que hemos conseguido es inolvidable, es algo que nos quedará para siempre. Terrible”.
Ekaitz Jiménez reconoce que “estas últimas dos semanas han sido nuevas en mi vida. Nunca había vivido un play-off, ni una prórroga… y el proceso es increíble. Se disfruta muchísimo en momentos de tanta tensión. Las ganas de ganar en estos partidos son enormes. Espero poder volver a vivir situaciones parecidas”. Iñaki Recio destaca, por el contrario, que “el proceso se ha llevado con gran tranquilidad y naturalidad. Poco a poco, ganando partidos y trabajando mucho hasta conseguir el objetivo final”.
De cara al futuro todos son conscientes de que existe un abanico de posibilidades. Beñat estima que se abre un período ilusionante y en lo personal espera decidir en los próximos días su futuro. Por ahora disfruta del presente y Orozko opina que “de momento nos toca disfrutar y celebrar, y luego a ver cuántos seguimos y ese será otro tema. Pero lo que digo, en este momento nos toca disfrutar del sueño”.
En el filial donostiarra Jiménez se queda también con lo tangible, visto cómo estaba al iniciarse la temporada: “En mi caso, 9 meses antes de este momento, me encontraba sin equipo y en una situación complicada. Ahora está muy reciente el partido final, y todavía vamos a entrenar un par de días con el equipo para despedir la temporada. Estoy tranquilo y a la espera de lo que vaya a venir”. Recio, por su parte, apunta que “el equipo ha demostrado este año un gran nivel y hemos conseguido el ascenso merecidamente y estoy seguro de que este equipo competirá bien en la Segunda División”.
A la hora de describir el momento de la victoria, Leiza señala que “es una sensación de felicidad que prácticamente no había sentido nunca y que duró bastantes minutos. Nunca olvidaré los abrazos con los compañeros, la cuadrilla y la familia”. Orozko es más detallista: “Yo recuerdo que el final del partido me pilla en su campo, Molina y yo estamos apretando para robar el balón. Yo hago falta al lateral y entonces el árbitro dice que se acabó. Al principio no sabía lo que hacía, pero luego me doy cuenta de que me abrazo a Molina y voy a celebrarlo con el resto del equipo”.
En el caso de Ekaitz Jiménez, el lateral rememora que “el pitido final es increíble. Te acuerdas de toda la temporada. Cuando terminó el partido me acordé de donde venía y de la gente que me ayudó o estuvo a mi lado el verano pasado. Felicidad absoluta”. Recio recuerda que “fue una pasada, mucha emoción, con muchas ganas de abrazar a los compañeros y de celebrarlo con ellos”.
Reponerse y remontar
La cara amarga corrió en el debe de los jugadores del Algeciras CF (Armando Corbalán y Marc Llinares) y diríamos que quizá con mayor contundencia en las espaldas de los integrantes del CD Badajoz (Sergio Maestre, César Morgado y Pablo Vázquez, por su condición de favoritos y anfitriones, o viceversa. Así lo dejan claro los propios protagonistas del cuadro pacense y, en su justa proporción, los del conjunto algecireño.
Vista la imagen adjunta (Diario Hoy) se entienden mejor, por ejemplo, las palabras de Sergio Maestre: “Son momentos jodidos. Por ejemplo, en mi caso en shock el día después. No salí de casa, con sensación de desolación de que se había escapado una oportunidad de oro que no se sabe si volverá a pasar”. Pablo Vázquez no se queda atrás: “Después de una temporada tan buena, es difícil entender porque no lo hemos conseguido. Yo lo he pasado muy mal, en el sentido de que tenía mucha ilusión en hacer algo histórico aquí. Pero bueno todo pasa por algo. Y espero que el futbol devuelva a Badajoz lo que nos ha quitado ya estos dos años”. Y el trío lo cierra César Morgado: “Los primeros días he estado literalmente destrozado. Fue un palo durísimo y dificilísimo de digerir, pero con el paso de los días aceptas la realidad y levantas cabeza. Siempre hay otra oportunidad y hay que tener las pilas cargadas para volver a intentarlo”.
A la hora de revertir la situación en lo anímico, el apoyo de las personas más cercanas es fundamental. Morgado reconoce que es difícil, “porque en esas horas después del partido lo único que quieres, o yo al menos, es estar en casa y pensando en ello. Cuando te das cuenta de que eso no te hace bien e intentas hacer cosas que te tengan la cabeza despejada. Yo tengo el apoyo de la familia que te consuela y de mi novia, y para mí es una liberación. Por el contrario, también he experimentado una sensación de orgullo que pocas veces había sentido, solo me salía dar las gracias a los compañeros, al club y a la afición por este año tan maravilloso”.
Maestre apunta que “apoyándome en mi novia y mi madre que estaban en casa y en mi hermano vía telefónica. Te intentan animar y hablar de otras cosas para que la cabeza no piense solo en eso. Son momentos muy jodidos después de buscar ese objetivo tanto tiempo, tenerlo tan cerca y que se escape”.
En el conjunto andaluz, la sensación era agridulce. Así lo refleja Armando Corbalán: “Lo primero que sentimos fue el orgullo de poder hacer vibrar a toda una ciudad. Hicimos un año espectacular en donde solo nos faltó poner la guinda en el último partido. Esa espinita se va a quedar siempre clavada, porque estuvimos muy cerca de conseguirlo y todos teníamos esa ilusión de ascender. La verdad que fue duro no poder conseguir ese ascenso con el que soñábamos, pero lo hicimos con la cabeza bien alta. Me quedo con la familia que se ha creado en este equipo, ese ha sido secreto que nos ha hecho llegar tan lejos”. El centrocampista destaca que “luchábamos por el de al lado como si fuera nuestro hermano. Con el paso de los días nos vamos dando más cuenta de la grandeza de lo que hicimos y de la importancia que ha tenido. La verdad que ha sido todo un orgullo”.
El zaguero Marc Llinares, pese a llegar a esta situación de bonanza deportiva tras haber sufrido antes de llegar a Algeciras una grave lesión, reconoce que “la verdad es que el día después de perder la final, fue muy duro y triste a la vez. Te vienen momentos del partido a la cabeza y más después de tener el sueño de ascender tan cerca. Sin embargo, con el grupo tan fuerte que hemos creado este año nos hemos apoyado mucho unos a otros y ahora con el apoyo de mi familia es todo mas fácil. Al final, después de unos días, valoras realmente la gran temporada y todo lo que hemos logrado”.
Las dos caras del fútbol en la voz de sus protagonistas directos. Que los llantos se tornen risas lo antes posible.[:]